Monday, October 23, 2006

Comunicación

Estas son épocas donde se pone el acento en la comunicación. En principio por no contradecir las reglas de las palabras agudas terminadas en n, s ó vocal y después porque corren tiempos en que todos vivimos apurados y estodo un desafío encontrase y comunicarse. En la rutina familiar hay tres momentos claves para verse, charlar y mantener aceitado los engranajes de esta vieja institución social: A lamañana, al salir a trabajar y a la escuela. Al mediodía y por la noche. La mañana no es el momento más adecuado para comunicarse, todo sucede en cámara lenta como inmersos en un denso aceite. A las siete de la mañana el más lúcido es el abuelo que esta levantado desde las cinco. Ya leyó el diario, barrió el pasto, regó al perro, puso la bolsa de la basura en la cucha y ya está preparado para dormirse una siestita. El resto de la familia recién se despierta y se mueven por la casa como muertos vivos. A medio cambiarse se cruzan tambaleantes por los pasillos con la habilidad del sonámbulo para no chocarse con nada. Unos deambulan por la casa con una media en la mano tratando de encontrar la gemela. Con el correr de los minutos bien vale una melliza, hermana de sangre, entenadas o mas omenos oscurita. Otros están frente a la cocina verdaderamente desalentados por tratar infructuosamente de coordinar al unísono, el movimiento de la perilla, la elección de la hornalla y el disparo de la chispa. De pronto alguien grita:¡Las ocho menos diez! que es como haber apretado la tecla de avance rápido del video y es posible ver a alguien sentado en el inodoro, cepillándose los dientes y pidiendo un taxi por teléfono mientras de su boca salen impulsadas burbujitas perfectamente esféricas y palabras totalmente ininteligibles. Al mediodía el menos problemático es el abuelo que ya almorzó a las doce menos cuarto y no tiene problema salvo porque a veces trata de cambiar de canales con un teléfono celular y finalmente se duerme frustrado. Al resto de la familia, a la adrenalina de recolectar con el auto a toda la parentela se le suman los jugos gástricos. Todos fantasean con entrar a la casa, percibir un amable aroma a cocina y sentarse a una mesa ya puesta, pero no es así. Generalmente los cachetea un violento olor a churrasco arrojado desde el freezer a la plancha sin escalas, el arroz de ayer y encima falta poner la mesa. El problema es hablar y comer. Todos quieren hablar y contar sus cosas. El locutor del noticiero también, el que nos llama por teléfono también y el vendedor ambulante que sabe que sus presas indefectiblemente al mediodía llegan a su guarida, también. Comunicarse involucra al menos cinco ítems básicos: señales de afecto, intercambio de información, chimentos, reclamos y marcación de límites. Estos, según los expertos, se desdoblan en 726 subitems:
-Interrogar al nene sobre cuando es la prueba de matemáticas para empezar a marcarlo de cerca una semana antes.
-Emitir el decreto de urgencia de fin de mes que el que se lleve el auto pague el gasoil.
- Intentar disimuladamente que el hijo mas grande cuente lo que hizo el fin de semana sin que parezca una intromisión a la intimidad.
-Abrir el debate por el abandono del pasto del fondo y solicitar un voluntario (si se hacelargo proponer a papá).
- Enojarse por algo para no perder autoridad, etc.
Al fin del día todo es más relajado. Cae la noche y todos vamos cayendo con los hombros caídos en diferentes horarios. Primer objetivo sacarse los zapatos y caminar descalzo sobre el piso. Segundo, el sillón. Tercero... suficiente, no somos personas exigentes. Golpean la puerta. Un vecino trae al abuelo que lo encontró a diez cuadras con el potus en la mano. El perro lo ve entrar y sale corriendo. “Abuelo escucha bien, es regar las plantas y pasear al perro, no al revés”, le damos un beso en la frente y mañana será otro día.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

che, que comments más raros los que me anteceden
me gustaron muchos tus columnas,
paula

6:50 PM  

Post a Comment

<< Home